Hay que celebrar cada día el privilegio de la vida, lo importante de hoy, es que estamos y somos el artífice del progreso y de la historia, no somos el sexo débil, este complejo colectivo hay que superarlo, rompamos el prototipo creado en su mayoría por nosotras mismas de creer que necesitamos de la protección del hombre para salir adelante, cuando existen casos en los que más bien han tenido que resguardarse de ellos. Es momento de meditar el hecho, criar y enseñar a nuestros hijos varones a respetar a hombres y mujeres, enseñarles que un pecado, un error o un acierto cometido por hombres o mujeres tienen el mismo peso, no hay diferencia de género porque la condición humana es la misma. El único privilegio de género es poder ser madre porque la mujer es portadora de vida, lo demás está facultado para que lo ejerzamos todos por igual.

Es necesario reconocer también, que este género requiere de más conciencia propia, quizá uno de los paradigmas impuestos por nosotras mismas es la apreciación equivocada del sentido de “ser mujer”, de querer ubicarnos en un sitial de excelencia pero basada en la apariencia física, no culpo a nadie por querer sentirse bella, esto es un legítimo e innegable derecho mientras lo hagamos por sentirnos a gusto con nosotras mismas; sin embargo, mejorar para agradar a alguien, en donde ser “bella” sea la única opción, sería delegar nuestra propia esencia y vaciar el alma, porque no existe un estándar de “mujer bella”, sino más bien es cuestión de opinión y de gustos.

Resulta grotesca la idea de ver al sexo opuesto con rivalidad, no exijamos lo que en ocasiones no damos, seamos merecedoras e inspiradoras de ese respeto y consideración que tanto anhelamos, con la sensibilidad, dulzura, valentía e inteligencia que nuestra propia naturaleza nos caracteriza y conjuguemos siempre la actitud con el lenguaje para que nuestra palabra jamás se ponga en duda.

No es menos cierto que lento pero con inteligencia y apremio, la mujer también ha conseguido espacios importantes en diferentes ámbitos, considerando que la inteligencia no solamente es cuestión de títulos académicos, sino la destreza para solucionar dificultades, mientras que el apremio es la urgencia y la convicción de creer en uno mismo y en ese sentido la mujer ha protagonizado hechos verdaderamente valiosos, que trascienden en la vida de los pueblos y que son el referente para mantener viva la esperanza de que avanzamos con paso firme y que vamos marcando la diferencia entre el antes y el ahora.

Solo quiero que hoy y siempre las miradas hacia nosotras sean para reconocer que somos fuertes, trabajadoras, competitivas y sutiles a la vez; y que estamos en la misma capacidad que los varones para luchar y cumplir nuestros derechos y obligaciones.

2015-03-08

Por: Mirian Guanuche C.

Zamora-Ecuador