Lo que sí debe quedar claramente establecido es que una economía extractivista, es decir prioritariamente primario exportadora, no tiene posibilidades de conducirnos al desarrollo, menos aún al buen vivir. Se puede vivir épocas de bonanza económica, pero si no se resuelven las patologías más importantes propias de este tipo de economías, no se conseguirá establecer las bases para el buen vivir. Una primera conclusión, entonces, radica en la necesidad imperiosa de superar esta dependencia. Y para lograrlo, habrá que elaborar y poner en marcha una estrategia precisa y suficientemente flexible para enfrentar los retos que implica esta transición.
LA MALDICIÓN DE LA ABUNDANCIA
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